Recorrido por las sedes del Instituto Pérez Galdós 1916 – 2016
De Triana a Arenales, pasando por Vegueta
Cristina Vallejo Junco
Francisco Marrero Flores
Este trabajo, realizado por los profesores arriba citados (miembros del departamento de Geografía e Historia del instituto), forma parte del libro El instituto Pérez Galdós (1916-2016). 100 años al servicio de la educación pública, publicado por Mercurio Editorial en 2016 (ISBN: 978-84-945587-4-0).
INTRODUCCIÓN
Cuando a principios del siglo XX se crea el Instituto General y Técnico de Las Palmas, en España reinaba Alfonso XIII con el régimen político de la Restauración, instaurado por Cánovas del Castillo. En Canarias también funcionó el sistema canovista caracterizado por el control de la oligarquía y el caciquismo que permitió implantar el turno de partidos. La peculiaridad de este sistema bipartidista en las islas fue que en lugar de llevarse a cabo el turno entre el Liberal y el Consevador, existió un reparto geográfico del poder. Las islas occidentales quedaron permanentemente bajo control del partido Conservador, mientras que en Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura fue el partido Liberal quién controló el poder local.
La intervención de algunos politicos canarios en la conformación del sistema canovista mejoró las relaciones entre el gobieron central y las islas. En este sentido la Restauración en Canarias está unida a la figura del grancanario Fernando León y Castillo, diputado y senador, luego ministro de Ultramar y Gobernación y, más tarde, embajador en Francia. En sus manos recaerá la tarea de intermediario entre la burguesía canaria y el poder central. También influirá en la designación de gobernadores civiles, diputados provinciales, delegados del gobierno, senadores y diputados a Cortes y ayuntamientos.
Estos años se caracterizaron por cambios muy significativos en la organización administrativa de las islas,
destacando entre ellos por su importancia la creación de los Cabildos insulares y, posteriormente, la división provincial, planteada como solución al denominado “problema canario”. Ya desde mediados del siglo XIX el enfrentamiento entre la burguesía de la isla de Tenerife, partidaria de mantener la unidad provincial, con capital en Santa Cruz de Tenerife, y la de Gran Canaria, que reivindicaba la división provincial, se había radicalizado. La burguesía tinerfeña ejercería una tenaz resistencia frente a la posibilidad de que Santa Cruz de Tenerife perdiese la condición de capital de toda Canarias puesto que significaba el fin de su preponderancia sobre el Archipiélago. En este conflicto se verá involucrada toda la sociedad canaria, incluida la de las islas periféricas. El poder contar con el apoyo de los representantes del poder central resultaba indispensable para sus fines, y en este sentido la influencia del político grancanario Fernando León y Castillo fue decisiva.
La división provincial se llevará a cabo en 1927, durante la Dictadura de Primo de Rivera, por el Real Decreto de 21 de septiembre que dividía Canarias en dos provincias, la occidental de Santa Cruz de Tenerife y la oriental de Las Palmas, después de casi noventa años de luchas divisionarias. En las islas orientales la división provincial fue saludada con lógica euforia, y con repulsa y pesadumbre en las occidentales.
Antes de este crucial hecho, con la creación de los Cabildos Insulares el 11 de julio de 1912 (por la Ley de Reorganización Administrativa y Representación en Cortes de las islas Canarias, llamada Ley de Cabildos) se había iniciado un proceso de descentralización al dotar de autonomía a cada isla, otorgándoles competencias en múltiples materias, entre ellas en Instrucción. Estas corporaciones Insulares tenían la potestad de administrar tanto los establecimientos benéficos como docentes.
De este modo, el Cabildo de Gran Canaria, constituido el 16 de Marzo de 1913, asumió las funciones que le atribuía la Ley en relación con la Instrucción pública y recogió el deseo largamente manifestado de crear un Instituto de Segunda Enseñanza en la ciudad de Las Palmas. Desde este momento, se iniciaron los trámites para su creación, destacando el papel jugado, entre otros, por el propio Benito Pérez Galdós como impulsor del proyecto de creación del centro educativo, no dudando en utilizar para ello sus importantes relaciones políticas a nivel nacional. Al fin, el 4 de febrero de 1916 se aprobó el Real Decreto de creación del Instituto de Las Palmas.
El periódico LA PROVINCIA publicó, ya el 1 de febrero de 1916, un adelanto recogiendo un fragmento del texto del Real Decreto de creación del Instituto de Las Palmas (1) facilitado por el presidente del Cabildo Insular :
Artículo 1º. Se crea en Las Palmas de Gran Canaria un Instituto General y Técnico.
Artículo 2º. El expresado Centro docente se ajustará en todo cuanto respecta al plan de estudios que en el mismo ha de darse y demás particulares a lo dispuesto en la legislación vigente sobre organización de Institutos Generales y Técnicos.
Artículo 3º. Los gastos de sostenimiento del nuevo Instituto y sus dependencias, así como los sueldos del profesorado y empleados Administrativos serán pagados por el Cabildo Insular de Gran Canaria con el crédito de 40.000 pesetas consignado para este fin en su presupuesto de gastos.
Artículo 4º. La plantilla del Instituto será de un Catedrático de Latín, dos de lengua y literatura Castellana, uno de Geografía e Historia, uno de Psicología, Lógica, Ética y Rudimentos de Derecho, uno de Francés, dos de Matemáticas, uno de Física y Química, uno de Historia Natural y Fisiología e Higiene, uno de Agricultura y Técnica Agrícola e Industrial, uno de Dibujo, y uno de Caligrafía.
Cada uno de de estos disfrutará el sueldo anual de 3.500 pesetas.
Habrá, además, un Profesor de Gimnasia y otro de Religión, ambos con el sueldo anual de 1.500 pesetas.
Dos auxiliares numerarios, uno de Letras y otro de Ciencias, disfrutarán la gratificación anual de 1.750 pesetas y un Ayudante de Dibujo, la de 750 pesetas.
Habrá un oficial de Secretaría con un sueldo anual de 1.500 pesetas; un Conserje con 1.250 pesetas, un Bedel con 1.000, un Portero con 1.000 y un Mozo con 1.000 pesetas.
Artículo 5º. Todas las Cátedras del nuevo Instituto se proveerán en propiedad con arreglo a las disposiciones establecidas en el R.D. de 30 de Abril de 1915.
Artículo 6º. Queda facultado el Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes para hacer los nombramientos de Catedráticos y Profesores interinos en tanto se provean definitivamente las Cátedras del nuevo Centro con arreglo al expresado R.D.
Los gastos de creación y sostenimiento y los sueldos del profesorado y empleados administrativos serían en estos primeros momentos por cuenta del Cabildo Insular de Gran Canaria, bajo cuyo auspicio y responsabilidad se creaba el centro docente. Asimismo, sería el organismo responsable de facilitar un edificio para el recién creado centro de enseñanza, pues así eran los acuerdos firmados con las autoridades educativas y, en el ejercicio de su responsabilidad, tomó la decisión de destinar como sede del Instituto una casa, alquilada ya anteriormente por la institución insular, situada en la la calle Pérez Galdós.
LA CASA DE LA CALLE PÉREZ GALDÓS (1916 - 1925)
El inmueble escogido estaba situado en la calle Pérez Galdós nº 30 (hoy nº 28). Se trataba de una zona de la ciudad de reciente urbanización, encuadrada en la primera fase de ensanche (entre 1870 – 1890) de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Este proceso urbanizador se desarrolló durante esas décadas a partir de dos franjas paralelas a ambos lados de la calle mencionada y sus edificaciones respondieron a una reiteración tipológica: el modelo de vivienda de “entre las medianeras, casa de alto y bajo, de vecinos y unifamiliar”. En el caso que nos ocupa, estamos ante una vivienda tradicional unifamiliar de dos plantas y con galería en torno a un patio centrado. Sus principales partes son: una primera crujía paralela a la calle donde se dispone un zaguán no centrado; un patio en segunda crujía como núcleo de la vivienda y rodeado de una galería sobre algunos de sus lados, más otro segundo patio o traspatio; escalera en el patio, en uno de sus lados, y una segunda escalera situada en el patio trasero; las restantes estancias se disponen en una crujía perimetral al patio y al traspatio, repitiéndose la misma estructura espacial en la planta alta. (2)
La casa fue diseñada por el arquitecto Laureano Arroyo, cuya firma podemos ver en el documento de 28 de junio de 1895 en el que Andrés García Rodríguez solicita la licencia para su construcción. En el mismo también podemos observar el emplazamiento a ocupar por la edificación, en el naciente de la calle Pérez Galdós y muy cerca de la esquina con la calle San Telmo (hoy calle Buenos Aires), así como su superficie que queda desglosada de la siguiente forma: superficie cubierta 268,40 metros cuadrados; superficie de patios 31,60 metros cuadrados; superficie total 300 metros cuadrados.
La decisión sobre la sede del nuevo Instituto estuvo envuelta en polémica. El Cabildo convocó un concurso público para recibir ofertas de edificaciones con las características adecuadas para la ubicación del Instituto. Dos ofertas se destacaron como las más idóneas para instalar el Centro: una de ellas era el Colegio de San Agustín, en la calle de la Herrería, y la otra el Colegio de la Soledad, en la calle de Canalejas. La opinión pública grancanaria consideraba estas últimas instalaciones más propias para la actividad académica que la elegida por el Cabildo, y así lo hacía constar en su informe el Delegado de Enseñanza y Comisario Regio, el abogado Juan Melián Alvarado, primer director del centro. Este había tomado posesión como “Comisario Regio del Instituto General y Técnico de Las Palmas” el 27 de marzo de 1916. No obstante, la decisión final respondió más a los intereses partidistas y económicos de algunos consejeros de la institución insular, lo que provocó que el Instituto se situase en el lugar menos idóneo para su cometido, según los informes de la época.
El nuevo Instituto inició sus tareas docentes en octubre de 1916 y la inauguración del curso académico 1916-1917 se celebró con diversos actos y festejos en el Teatro Pérez Galdós y en la Plaza de Santa Ana.
La inauguración del Instituto General y Técnico de las Palmas se celebró el 1 de octubre de 1916 en el teatro Pérez Galdós. Asistieron muchas personalidades de la época, toda la corporación del Ayuntamiento de Las Palmas y representantes de los ayuntamientos de Arucas, San Lorenzo y Teror. El gobernador eclesiástico ordenó que repicaran las campanas en todas las iglesias. El acto tuvo una brillantez excepcional. La inauguración se convirtió en un verdadero acontecimiento pues se culminaba un largo proceso de reivindicación de un centro de Segunda Enseñanza para Las Palmas.
El acto académico se inició con una obertura por la orquesta de la Sociedad Filarmónica dirigida por el maestro D. Bernardino Valle. Presidió el acto D. Manuel Luengo, delegado del Gobierno en Gran Canaria, e hicieron uso de la palabra D. José Azofra del Campo, Magistral de la Catedral y secretario del nuevo centro que leyó una memoria sobre la creación del instituto, D. Agustín Millares Carló y D. Juan Melián Alvarado, Comisario regio y primer director del Instituto.
Más tarde a las 8.30 se celebró una velada popular en la Plaza de Santa Ana iluminándose el frontis de las Casas Consistoriales y ejecutando un concierto la banda Municipal y del Regimiento de las Palmas.
Durante el primer año, el Instituto estuvo regentado por interinos. Durante los dos años siguientes fueron llegando catedráticos y profesores, aunque algunos tomaban posesión desde Madrid. En este curso 1916-17, el número de alumnos oficiales y libres apenas llegaba a 200. Cabe decir que en este primer curso el término “suspenso” era casi desconocido, porque, casi siempre, “los jóvenes de entonces se matriculaban en los centros educativos con conciencia y deseo de dar solidez al futuro” (3). Al año siguiente, eran ya 186 alumnos oficiales y 144 libres, en total 330 estudiantes de bachillerato. El Instituto General y Técnico había sido creado y diseñado como centro masculino, por lo que las chicas que deseaban estudiar lo hacían por libre.
El 7 de octubre de 1916 el Cabildo, apenas inaugurado el primer curso escolar, y reconociendo las deficiencias apuntadas, había acordado la adquisición de un solar para construir una nueva sede. Ya desde sus primeros años de existencia, el creciente número de alumnos mostró los claros inconvenientes de la decisión de ubicar el Instituto en este inmueble. Así se lo hizo saber el Claustro de profesores al Cabildo, alegando que la casa de la calle Pérez Galdós no reunía las condiciones materiales ni los requisitos reglamentarios de un centro docente. La institución insular inició entonces los trámites para la construcción de un nuevo edificio, y solicitó un informe al Claustro sobre las condiciones que, desde el punto de vista docente, debía reunir. La nueva construcción se levantaría en el solar adquirido, conocido como la finca Matagatos, destacándose la nueva ubicación por sus mayores ventajas de aislamiento y ventilación.
EL GRAN EDIFICIO DE LA CALLE JUAN DE QUESADA (1925 - 1932)
El Instituto había nacido en una época de crisis económica marcada por la I Guerra Mundial. La gran expansión que la economía canaria había experimentado a finales del siglo XIX con la creación del Puerto de la Luz y su conversión en punto de escala del comercio internacional, así como su integración en el proceso expansivo del imperialismo europeo, se vio interrumpida por el estallido de la Gran Guerra. A partir de 1914, la caída de las exportaciones y la paralización del tráfico portuario como consecuencia de la guerra provocó el primer gran parón de las actividades portuarias y con ella un cuadro de paro, carestía, miseria y hambre.
En la década de los 20 volvió la prosperidad. El final de la guerra puso fin a a esta fase crítica y en los felices 20 la economía canaria recobró y superó con mucho el pulso económico bruscamente interrumpido en 1914. Comenzaba una reconversión de las flotas marítimas mundiales y el Puerto de La Luz volvió a convertirse en punto estratégico de la navegación marítima.
Las palabras de Alonso Quesada en su obra titulada En el solar atlántico nos hablan de Una modesta ciudad ante la Paz:
“La paz llegó al fin. Y para esta pequeña ciudad no ha sido una paloma, o un olivo, ni un águila democrática y bella que abre las alas protectora; es un patache noruego abarrotado del huacales vacíos o un trasatlántico inglés, cargado de algodón en rama. La guerra terminó. Y la gente de esta pequeña ciudad está satisfecha porque España ha salido de su neutralidad y ya es posible decir sin peligro de comprometerse hacia qué lado beligerante caía nuestro espíritu.”
Será en este contexto cuando, por fin y como ya apuntamos anteriormente, el Cabildo inicie los trámites para la compra de unos terrenos. El solar elegido, de 1800 metros cuadrados, fue el que ofertó Francisco de Quintana y León, décimo marqués de Acialcázar, en la calle Juan de Quesada (posteriormente se le asignará el nº 30 de la citada calle), localización donde se construyó un hermoso edificio de nueva planta cuyo coste supuso al Cabildo el desembolso de un millón doscientas cincuenta mil pesetas. La localización en el margen de Vegueta del barranco Guiniguada obedeció a sus dimensiones, usos –el lugar era tranquilo y retirado del resto de la ciudad- y próximo a los barrios burgueses. (4)
La primera piedra se colocó el 26 de octubre de 1919. Bendijo el obispo Ángel Marquina y pronunció un discurso el presidente del Cabildo José Mesa y López. Se inauguró en 1925 convirtiéndose en el primer edificio construido con la intención de convertirlo en sede del Instituto de Segunda Enseñanza de Las Palmas “Benito Pérez Galdós”. El edificio era muy espacioso, disponía de amplias salas, un gran salón de actos, aulas acondicionadas, laboratorios recién construidos, gabinetes de materiales científicos, biblioteca, etc. En la Guía del Patrimonio Arquitectónico de Gran Canaria se recoge la siguiente descripción:
El proyecto original, de Enrique Cañas, y según la dirección de obras de Otilio Arroyo (1919-1925), se situó frente al barranco Guiniguada y se resolvió en un volumen rectangular que dejaba en su trasera locales de servicio y patios, ocupando el resto una parcela trapezoidal. La planta es alargada y organizada a partir de un eje de simetría, el del pórtico, , hall distribuidor y salón de actos. En el cuerpo central, a través de un pórtico con escalinata doble, se accede al centro del edificio, con una rotonda cupulada de la que parten las dos galerías hacia los cuerpos laterales, con crujías de aulas y servicios, y dos patios donde se abren dos escaleras de tres tramos. La fachada tiene un alzado clasicista-académico en el que destaca, sobre la rotonda, el único templete abierto de la ciudad. La simétrica claridad de los volúmenes se subraya por el gradiente y tratamiento diferenciado de cada cuerpo.(5)
Este edificio fue sede del primer Instituto de Segunda Enseñanza de la isla, luego Hospital Militar y ahora sede universitaria, Rectorado de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, según un proyecto de rehabilitación de Luis Alemany.
El uso de esta nueva sede se verá envuelto en polémica ya desde julio de 1922, con el edificio todavía en construcción. El Cabildo obligó a compartir el edificio con la Escuela Profesional de Comercio, lo que provocó la protesta del director del instituto, Baltasar Champsaur, a José Mesa y López, presidente del Cabildo en ese momento, negándose a compartir la sede:
“El nuevo edificio se construyó única y exclusivamente para nuestro Inst. General y Técnico (…) Ud. no podrá consentir que se destine a dos centros docentes, sin motivo suficiente para que así se haga. Y no para comodidad de su profesorado, sino todo él para sus alumnos, con todas las condiciones que exige la ciencia pedagógica moderna, desconocida de la mayoría de nuestro público (…) No, no consentiré que Ud, ni provisional ni definitivamente mutile lo que Ud. destinó exclusivamente para el Instituto General y Técnico de Las Palmas”.
También el periódico LA PROVINCIA de 23 julio de 1922 en su editorial titulado “proyecto equivocado” plantea:
“En presencia de este acuerdo nos encontramos con estas conjeturas: o el edificio construido para el Instituto es un derroche de departamentos innecesarios, que no debía haberse fabricado ahora, o la instalación en él de dos centros de enseñanza va a ser una cosa imperfecta y antipedagógica porque quedará mal el Instituto e igualmente mal la escuela de Comercio.”
En respuesta, el Cabildo en sesión de 14 de agosto contesta:
“…En lo que respecta a la instalación del Instituto General y Técnico y la Escuela de Comercio en el edificio en construcción (…) En vista de la negativa del Director del Instituto, el Cabildo acuerda que se instale el Instituto General y Técnico en el ala naciente con entrada independiente (…). Para la Escuela Superior de Comercio el ala poniente. Y que se comunique al Dr. Del Instituto (…) para que haga el traslado durante la 2ª quincena del mes (para ahorrar los alquileres).
Y que el Claustro no entorpezca la decisión: “lejos de oponer entorpecimiento a la ejecución de los acuerdos del Cabildo, proceda a allanar dificultades (…) máxime cuando en el caso de que se trata quedará instalado dicho Centro en mejores condiciones que en la casa a que hasta ahora se ha visto reducido.”
La polémica entre el Instituto y la Escuela de Comercio llegó incluso a crear un conflicto por los recreos que eran en distinto horario. Los juegos de los alumnos de Comercio molestaban al estudio y tranquilidad de las aulas, paralelas al patio del recreo de aquellos. La Escuela de Comercio protesta ante esta queja que consideraba injustificada y por el trato “desventajoso y mortificante” para sus alumnos.
Finalmente, en un pleno celebrado el 22 de septiembre de 1922, el Cabildo aprobó el dictamen para la instalación en el nuevo edificio del Instituto General y Técnico y de la Escuela de Comercio, restando al Instituto no sólo espacio sino holgura y tranquilidad. Además el edificio hubo de ser compartido no sólo con la escuela de Comercio, sino también con el propio Cabildo, que se reservaba el uso cuando lo precisara.
El ala que correspondía al Instituto pronto se quedó pequeña pues el número de alumnos crecía rápidamente, pero se impuso por parte del Cabildo una política de ahorro. Todavía en 1926 el director José Chacón se quejaba ante el Cabildo de “la deficientísima instalación que por circunstancias especialísimas hubo de imponerse a nuestro Instituto”.
EL COLEGIO DE LOS JESUITAS (1932 - 1939)
Esta tercera sede se encontraba en la calle Juan E. Doreste n.º 1 y había sido construida por la Compañía de Jesús tras desestimar la reutilización de otros inmuebles como sede de su colegio en Las Palmas de Gran Canaria. Los Jesuitas habían desarrollado su labor pedagógica en el edificio del Seminario gracias a una concesión por dos años hecha por el obispo Ángel Marquina. Superado con creces ese periodo, la Compañía barajó la posibilidad de instalar sus dependencias académicas en diversos inmuebles, como por ejemplo los hoteles Santa Catalina o Metropol. Sin embargo, las características de estas instalaciones no eran las más adecuadas y su coste muy elevado, por lo que se tomó la decisión de comprar un solar para la edificación del colegio de la Compañía. Se adquiere finalmente un solar que, según recoge el Boletín Eclesiástico de la Compañía en la crónica de la colocación de la primera piedra, era conocido como Cercado de Avellaneda. En la escritura de compraventa, firmada el 26 de septiembre de 1921, se describe el solar de la siguiente forma:
“Vº. Terrenos que miden aproximadamente 9.335,28 metros cuadrados, situado en el Barrio de Vegueta de esta Ciudad y linda al Norte o frente con la calle Juan E. Doreste y el edificio de la Audiencia del territorio; al Sur o espalda con la muralla de la fortaleza de Santa Isabel en parte y en parte con la calle prolongación de la de García Tello; al Naciente o izquierda la ribera del mar y el camino que conduce a la citada fortaleza y al Poniente o derecha con la calle prolongación de la de Agustín Millares (anotación a lápiz: hoy Dr. Pasteur). Contiene como accesorio una casa de planta baja.”
Adquirido el solar y solicitadas las licencias correspondientes, se acometió la construcción del edificio según el proyecto elaborado por el arquitecto Fernando Navarro y Navarro, correspondiendo la dirección de obra al hermano jesuita Luis Gogorza. La simbólica colocación de la primera piedra del nuevo edificio tuvo lugar el 31 de diciembre de 1921, pero las obras no se iniciaron hasta el 15 de mayo del año siguiente. A partir de este momento, hemos de destacar la finalización de la parte norte del edificio, el 20 de octubre de 1923, y su inauguración oficial, el 27 de septiembre de 1924. El recinto comenzó ya a ser utilizado para las labores académicas sin estar del todo finalizado, teniendo que llegarse hasta 1928 para ver la culminación del cierre del contorno cuadrangular del edificio.
La crisis del 29 y sus repercusiones internacionales llegarían a las islas en la primera mitad de la década de los años treinta incrementando el paro y la conflictividad social. Con la llegada de la II República se reactivó la vida política, aumentando el número de partidos y nuevas organizaciones sociales, al margen de los antiguos partidos dinásticos. El nuevo régimen se mostraba como una oportunidad para democratizar y modernizar el Estado mediante un amplio programa de reformas económicas y sociales. Entre las reformas que llevó a cabo el gobierno de coalición republicano socialista estaba limitar la influencia de la Iglesia y secularizar la sociedad española. Para acabar con la influencia que las órdenes religiosas ejercían en la educación se les prohibió que ejercieran la enseñanza.
El ministro de Fomento y Justicia durante el llamado Bienio progresista (1931-1933), Álvaro de Albornoz, fruto de cuya gestión ministerial fueron las leyes "laicas" de la República (disolución de la Compañía de Jesús, divorcio, supresión del presupuesto de culto y clero, reglamentación de las Órdenes Religiosas, etc.), declaraba:
“....que se propone activar con toda urgencia el estudio de la habilitación de las escuelas en toda España, para preparar la Enseñanza, cuando llegue el momento de que cesen de dar las Congregaciones religiosas.”
El enfrentamiento más grave se produjo con los Jesuitas a los que se les acusó de depender de un poder extranjero por el voto de obediencia al Papa. La Compañía de Jesús fue disuelta y sus bienes nacionalizados (Decreto de 24 de enero de 1932).
Entre estos últimos se encontraba el colegio que la Compañía de Jesús regentaba en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, en su histórico barrio de Vegueta. El 29 de enero de 1932 se firma un decreto para que profesores nombrados por el Instituto se encarguen de dirigir el colegio de la Compañía de Jesús, presentándose el director José Chacón y el secretario del Instituto para tomar posesión del mismo. Es por esto que en 1932, por decisión de la administración educativa y aprovechando esta incautación, el Instituto abandona su sede de Juan de Quesada y se traslada al Colegio de los Jesuitas. No obstante, la actividad se desarrolló en lo que resta de curso en los dos edificios: 400 alumnos continuaron en la sede de la calle Juan de Quesada, mientras que el Instituto hubo de asumir la atención de 100 alumnos en la nueva sede. Este colegio también fue usado como residencia o pensión para profesores usando la residencia de alumnos.
El 9 de junio de 1932 el director del Instituto envió un escrito al presidente del Cabildo Insular de Gran Canaria expresando la conveniencia de realizar algunos cambios en el edificio con la intención de hacer desaparecer los símbolos religiosos. Los términos del escrito, que por su interés transcribimos, eran los siguientes:
EXCMO. SR. PRESIDENTE DEL CABILDO INSULAR DE GRAN CANARIA
El que suscribe, Director del Instituto Pérez Galdós, á V. E. con todo respeto expone: Que instalado el Instituto en el local del ex-colegio de Jesuitas, que posee inmejorables condiciones para éste destino, convendría verificar algunas modificaciones que hicieran desaparecer los rastros de su antiguo carácter, entre las que descuellan las inscripciones religiosas de la fachada, que podrían ser sustituidas por un escudo de Las Palmas y la estatua de San Ignacio que de acuerdo con el nombre del Instituto, pudiera ser sustituido por un busto del Maestro.
El tratarse de un homenaje a un ilustre canario ha hecho pensar al firmante que la idea será aceptada por esa Excma. Corporación que así podrá contribuir a dar el obligado carácter láico a un edificio que debe tenerlo y dar ocasión a una fiesta de claro sentido republicano, láico y canario como sería la del día del descubrimiento del solicitado busto.
Allí permanecerá el Instituto durante el tiempo que duró la II República y la Guerra Civil, que se inició con el golpe de estado y la sublevación contra el legítimo gobierno republicano. Durante la guerra tuvo que compartir el edificio que fue utilizado también como sede de cuartel de tropas. En octubre de 1939, un vez terminada la guerra, se les devuelve el inmueble a los jesuitas y estos vuelven a desarrollar sus actividades educativas en su edificio.
EL COLEGIO DE NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD (1939 - 1959)
Calle Canalejas nº 43
La implantación de la dictadura tras la Guerra Civil (1936-1939) implicó para Canarias, al igual que para el resto del Estado, la persecución de toda actividad política e intelectual desarrollada fuera del marco ideológico franquista. Ya desde el inicio de la guerra, las fuerzas golpistas se consolidaron con cierta rapidez y el duro sistema represivo desarticuló todo movimiento de resistencia ante el clima de terror y de miedo generalizado por los fusilamientos, detenciones masivas y deportaciones a la Península.
Aunque en Canarias la resistencia al golpe fue rápidamente sofocada y no hubo apenas resistencia, las represalias subsiguientes fueron desproporcionadas. Varios miles de canarios fueron hechos prisioneros e internados en campos de concentración, otros miles perdieron sus trabajos y otros muchos fueron asesinados o desaparecidos.
Entre los funcionarios de la administración se llevó a cabo un proceso de depuración que afectó duramente a muchos docentes. Estas depuraciones consistían en la suspensión de empleo y sueldo por acusaciones como haber apoyado a la República, pertenecido a partidos políticos republicanos, socialistas o sindicatos de izquierda, tener un espíritu laico o “antirreligioso” o ser sospechosos de actividades masónicas. Del Instituto Pérez Galdós fueron depurados cinco profesores: José Chacón de la Aldea, Edgar Agostini Banús, Gonzalo Pérez Casanova, Agustín Espinosa García y Juan Millares Carló. En algunos casos fueron rehabilitados en sus puestos como docentes muchos años más tarde, después de haber pasado penurias económicas y agravios morales.
Una vez acabada la guerra, en agosto de 1939 se devolvió el colegio de los Jesuitas a la Compañía de Jesús y el Cabildo sacó a concurso la elección de una nueva sede. El inmueble elegido fue el propuesto por el propietario del Colegio de Nuestra Señora de la Soledad, el sacerdote Santiago Sánchez, que había realizado una gran labor docente a principios de siglo. Este inmueble presentaba unas condiciones inmejorables por su ventilación, luz y condiciones higiénicas, y había sido construido de acuerdo con las más modernas teorías pedagógicas, según se comprobó en la visita y estudio del mismo. Además las condiciones ventajosas que ofreció su dueño influyeron en la elección de este inmueble por el Cabildo. Asi pues el Instituto Pérez Galdós se instaló en la calle Canalejas, donde tuvo que volver a compartir su nuevo emplazamiento, esta vez con la Escuela Normal de Magisterio y la Escuela Industrial. Magisterio ocupó de forma provisional la primera planta del edificio hasta el 22 de agosto de 1939, momento en que se llevó a cabo el traslado hasta su actual ubicación, y otra parte del inmueble lo ocupaba la Escuela Industrial.
Ante tantas estrecheces e incomodidades, el Cabildo Insular de Gran Canaria solicitó licencia para construir unas aulas en el patio posterior del edificio para uso exclusivo del Instituto de Enseñanza Media, con un presupuesto de 58.135.08 pesetas. Las aulas se construyeron con vistas a que cuando el instituto se trasladara a otro edificio más propio e independiente, estas pasaran, con sólo quitar los tabiques, a ser talleres de la Escuela Superior de Trabajo. Las aulas daban en su fachada principal a las calles Eusebio Navarro y Murga, quedando separadas por un patio del edifico central. Este proyecto, realizado por el arquitecto Eduardo Laforet, se aprobó el 30 de octubre de 1939.
La edificación, que se caracteriza por su estilo ecléctico, destacaba no sólo por su apariencia externa, de singular monumentalidad, sino por la trascendencia histórica que fundamentalmente había tenido, y continúa teniendo, en el ámbito educativo. Este inmueble, que ocupa una superficie de 3.240 m2 según escritura pública, es producto de diversas intervenciones de ampliación a partir de la estructura original. Es un edificio académico que se compone de un edificio principal y de dos módulos adyacentes. El cuerpo central presenta elementos ornamentales eclécticos y la composición se marca por bandas verticales y pilastras. Sin embargo, el patio central muestra elementos propios de la arquitectura tradicional canaria en carpintería y huecos. El módulo que se alza hacia las calles Murga y Eusebio Navarro es de tipo racionalista, aunque presenta diversos anacronismos en pilastras y cornisa en su alzado exterior. ( 6)
A pesar de esta solución transitoria, durante años se continuó solicitando un nuevo edificio, alegando que estos locales estaban mal acondicionados y eran insuficientes para el número de alumnos con que contaba ya el centro. El Ministerio se comprometió a la construcción de un nuevo edificio para el Instituto con la condición de que se donara el solar. El Instituto permaneció en este edificio hasta el año 1959. Hoy lo ocupa el Instituto Politécnico de Las Palmas.
UN PROYECTO DE CIUDAD ESCOLAR (1959 – 1969)
Calle Tomás Morales nº 37
En la década de los 60 la sociedad canaria experimentó importantísimas trasformaciones. Canarias conoció un crecimiento demográfico espectacular y un fuerte proceso migratorio desde el interior de las islas a las zonas costeras y desde las islas periféricas a las centrales, lo que provocó un proceso de urbanización y crecimiento urbano que se centró en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria y de Santa Cruz de Tenerife.
En cuanto a la actividad económica, después de una etapa de autarquía caracterizada por la carestía, el desabastecimiento, el hambre y la miseria, le siguió en los años del desarrollismo de los 60 una expansión económica por el Plan de Estabilización y la liberalización de la economía. La reactivación del comercio, de una agricultura de exportación y sobre todo, el desarrollo del turismo, que atrajo importantes contingentes de población del interior así como del resto del archipiélago hacia las capitales de provincia y a las principales zonas turísticas, protagonizaron este período expansivo. El espectacular incremento del número de visitantes provocó una gran trasformación no sólo económica sino también social.
El aumento de la población demandaba una oferta educativa que era claramente insuficiente y limitada en las condiciones en que se encontraba la sede de Canalejas. Esto provocó la reivindicación de un nuevo y amplio instituto para dar cabida al creciente número de estudiantes.
Pero volvamos a nuestra pequeña historia. Ya desde 1945 se venía insistiendo en la falta de un local apropiado que remediase los continuos traslados, al no contarse con un edificio donde fijar una sede adecuada y definitiva. Surgió así un ambicioso proyecto de “Ciudad Escolar”, conjunto que debía recoger todos los centros oficiales de enseñanza existentes en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, agrupándolos en un único recinto estudiantil.
Este proyecto no se pudo poner en marcha con la rapidez requerida por la necesidad de una cantidad de dinero considerable, ante lo que se plantearon ejecuciones parciales del mismo. Las edificaciones proyectadas fueron siete: Instituto de Enseñanza Media masculino, Instituto de Enseñanza Media femenino, Escuela Profesional de Comercio, Escuela Nacional de Magisterio Primario, Escuela de Peritos Industriales, Escuela Elemental de Trabajo y Sección Administrativa de Primera Enseñanza. Con el tiempo se desvanecieron las esperanzas de aquella Ciudad Escolar, o la Babel docente, según la llamó Manuel Socorro (7). Este ambicioso proyecto no se llevó a cabo y sólo el primero de los edificios propuestos verá la luz en esta década.
Por fin, en diciembre de 1949, se destinaron en los Presupuestos Generales del Estado los fondos para iniciar la construcción del Instituto de Enseñanza Media masculino, largamente demandado. El Cabildo insular, que ya había donado el solar, se comprometía a colaborar, así como el Ayuntamiento. El proyecto presentado por el arquitecto Rafael Massanet recibía un impulso decisivo y después de ligeras modificaciones, se envió al Ministerio de Enseñanza Nacional para su aprobación. (8)
Los terrenos para el instituto abarcarían 16.380 metros cuadrados edificables. Su adquisición, en 800.000 pesetas, se debía al Cabildo que una vez más demostraba su interés y su implicación en el proyecto. Según se publicó en el periódico Falange de 5 de agosto de 1945:
“(...) El solar estaba situado inmediato al Paseo de Chil, en su iniciación en la parte Norte, frente a la calle Fontana de Oro, y se planteaba que en su día este trozo daría a una calle transversal de Rabadán, y al mismo tiempo horizontalmente sería prolongación de la calle Pérez Galdós”.
Su emplazamiento era magnífico, en el centro de la ciudad, y en un lugar aislado de otras actividades por lo que los ruidos no alcanzarían a perturbar las tareas docentes. Como los terrenos eran insuficientes, el Estado se haría cargo de comprar otro terreno colindante por la parte norte, en ese momento dedicado al cultivo de plataneras.
El proyecto fue obra del arquitecto Rafael Massanet y Faus y el plazo de ejecución de dos años. El edificio tenía forma de H, con pabellones en los lados extremos y el Salón de Actos en la parte central. Esta forma aportaba abundante luz y ventilación en toda su periferia. Se componía de tres plantas cubiertas con terrazas en las partes extremas y con voladizos de tejas, al estilo canario, en la central. Disponía de una escalera principal, de forma imperial, que daba acceso a todas las plantas, menos a la del ático que se destinó a archivo, y otras dos escaleras de tres tramos a derecha e izquierda. El Salón de Actos, emplazado en el eje principal del edificio, abarcaba dos alturas correspondientes a la planta baja y principal. En los brazos intermedios se situaban dos pabellones enfrentados en forma de semicírculo, destinados a Museo de Arte y Literatura y salas de estudios.
El edificio constaba de vestíbulo, portería, guardarropa, sala y despachos de profesores, servicios sanitarios, servicio médico escolar, aulas, sala de visitas y servicios administrativos. También disponía de biblioteca. En el ala destinada al bachillerato universitario se encontraban los laboratorios de Física, Química y Ciencias Naturales, el aula de proyecciones de Geografía e Historia y el aula de Dibujo.
El 18 de octubre de 1959 se inaugura el edificio en el Paseo de Tomás Morales. Finalmente, el edificio fue ocupado en su ala derecha por una sección femenina y otra masculina en el ala izquierda. Algunos servicios como el Salón de Actos eran comunes. Más tarde, en el curso 1966-67 se inauguró como sección delegada el Instituto Femenino Isabel de España, construído en un solar colindante, separándose definitivamente los institutos masculino y femenino.
En el DIARIO DE LAS PALMAS se recogía la noticia de la próxima inauguración del nuevo Instituto de Enseñanza Media. De esa noticia hemos extraído algunos de los fragmentos más significativos:
“El nuevo Instituto de la calle de Tomás Morales está construido dentro de los más modernos cánones y viene a llenar un vacío y una necesidad muy notables dentro de la enseñanza isleña. Sin embargo pese a que a partir del lunes comenzarán en él las clases, no está acabado en su totalidad, por lo que las obras que faltan del mismo se irán terminando paulatinamente.
La necesidad de este nuevo local era de todos conocida ya que la cantidad de alumnos que acudían a las aulas del situado en la calle Canalejas crecía cada año en proporciones que hacía de tal edificio un centro insuficiente, por lo que el curso pasado se quedaron sin poderse matricular sobre los trescientos alumnos. En el presente de 1959-60 la proporción de inscritos es mayor y sin la solución de inaugurar el nuevo edificio se verían privados de enseñanza oficial cerca de seiscientos alumnos, ya que la matrícula alcanza actualmente a los mil cuatrocientos.
El sábado a las diez de la mañana tendrá lugar la tradicional misa del Espíritu Santo en la Iglesia de Nuestra Señora de los Desamparados, para seguidamente tener lugar la bendición del nuevo local. A las once se verificará un acto académico con arreglo al siguiente programa:
Lectura por el Secretario del Instituto de la Memoria académica del curso anterior.
Discurso inaugural por el director del centro.
Reparto de diplomas a los alumnos que han obtenido matrícula de honor en el pasado curso.
Y por último acto de apertura del curso, que presidirá el Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento.” (9)
Tres días más tarde el mismo medio dedicaba una fotografía de su portada y casi toda su última página para informar sobre la bendición e inauguración del nuevo edificio del Instituto de Enseñanza Media de esta capital. Destacamos algunos párrafos de la información publicada en DIARIO DE LAS PALMAS, sobre todo por la relevancia que tienen para conocer aspectos de la construcción del edificio (proyecto, dirección de obras, etc.) y de la relevancia del instituto en la vida social de la ciudad.
“Esta mañana ha tenido lugar el acto de apertura del curso académico 1959-60 y la bendición del nuevo edificio del Instituto de Enseñanza Media, situado en el Paseo de Tomás Morales.
Con tal motivo a las diez se celebró en la iglesia parroquial de San Telmo una misa del Espíritu Santo, oficiada por el Reverendo Párroco de la iglesia matriz de San Agustín y director espiritual del Instituto, don Juan Ayala Benítez. En el piadoso acto se encontraban presentes autoridades, claustro de profesores y alumnos de dicho Centro.
Poco después tuvo lugar la bendición del nuevo edificio del Instituto. La ceremonia fue oficiada por el Rvdo. Don Joaquín Artiles, Inspector Provincial de Enseñanza Media, ayudado por el Profesor de Religión del Centro, Rvdo. Don José Naranjo Déniz y por el Rvdo. Don Juan Ayala Benítez.
Seguidamente en el salón del centro inaugurado se celebró un acto académico. Ocupaba la presidencia el Gobernador Civil y jefe Provincial del Movimiento, señor Martín-Cobos Lagüera, a cuya derecha se encontraba el Presidente accidental de la Audiencia Territorial, señor Vallejo Quero; Comandante de Aviación, señor Arcas, en representación del jefe de la Zona Aérea de Canarias y África Occidental Española; Subjefe Provincial del Movimiento, señor Quintana Marrero; Inspectora Jefe Provincial de Primera Enseñanza, señora Sáenz Tejera; Teniente Coronel Vicario de la Armada, Rvdo. P. Meggido, en representación del Vicealmirante Comandante de la Base Naval de Canarias; señor López Socas, Presidente del Colegio Oficial de Farmaceúticos; señor Socorro Pérez, Director del Instituto de Enseñanza Media; y Delegado de Hacienda, señor Morales Cambreleng; haciéndolo por la izquierda el Presidente de la Mancomunidad Provincial de Cabildos y del Cabildo Insular, señor Vega Guerra; Alcalde de la capital, señor Ramírez Bethencourt; Inspector Provincial de Enseñanza Media, señor Artiles; Director de la Escuela de Comercio, señor Fiol Pérez; catedrático, don Deogracias Rodríguez y Director de las Escuelas de Peritos Industriales y de Maestría, señor Pulido Castro. El resto del local se encontraba totalmente abarrotado de profesores, alumnos y público.
Comenzó el acto con la lectura por el secretario del Centro, don Atilio González, de la Memoria académica del curso anterior, dando cuenta de las incidencias del mismo. Respecto a datos estadísticos del mencionado curso expuso que los alumnos matriculados en los distintos años del Bachillerato hicieron un total de 6.066, correspondiendo a oficiales 869, libres 2.644 y a colegios reconocidos 2.553, habiéndose matriculado en los estudios nocturnos 90 alumnos divididos en primero y segundo años.
Seguidamente tuvo lugar el discurso inaugural, a cargo del director del instituto, don Manuel Socorro Pérez.” (10)
En la Semana Santa de 1969, 10 años después de su inauguración, el instituto tuvo que ser desalojado por amenaza de ruina. El edificio, que tanto tiempo, esfuerzo y afanes costó hacer realidad, comenzó a desmoronarse y agrietarse. Primero cayeron los techos y después aparecieron las grietas en las plantas bajas. Los arquitectos del Ministerio decidieron que había que derribar toda la obra. Durante el curso 1970-71 el Instituto desarrolló su labor en los grupos escolares Cervantes y Santa Catalina y en la escuela de Magisterio.
EL INSTITUTO ACTUAL
Calle Tomás Morales nº 37 B
La nueva década estuvo caracterizada por la grave crisis económica del año 1973 provocada por el aumento del precio del petróleo y el descenso de la producción decididos por los países árabes, afectó, como al resto del mundo, a Canarias que vio interrumpida la expansión económica de la década anterior. Las principales manifestaciones fueron el cierre de empresas, el descenso de las inversiones, el aumento del desempleo y el incremento acelerado de los precios.
A los graves efectos económicos de la crisis de 1973 se sumó un acontecimiento que afectó al archipiélago de manera directa: la descolonización del Sáhara español en 1975, que supuso el abandono de este territorio por parte de España y su entrega efectiva a Marruecos y Mauritania. Esta cesión convirtió al archipiélago en región frontera. Por otra parte las tensiones generadas por la guerra fría pusieron de relieve el valor geoestratégico de Canarias. La revalorización de los puertos canarios para el tráfico marítimo tras el cierre del Canal de Suez en 1967 así como la utilidad de los aeropuertos isleños en las comunicaciones intercontinentales, convirtieron a las islas en una pieza importante en los planes estratégicos de las potencias occidentales.
Durante la Transición política española (1975-1978) que transcurrió desde la muerte de Franco hasta la consolidación de la democracia en España, se produjeron una serie de movilizaciones populares (manifestaciones, huelgas, campañas reivindicativas ..) que reclamaban las libertades democráticas y la amnistía para los presos políticos. En Canarias estos movimientos alcanzaron un gran dramatismo en el mundo estudiantil con la muerte por disparos de la Guardia Civil de un joven grancanario que estudiaba en la Universidad de La Laguna, Javier Fernández Quesada, en el trascurso de una movilización en diciembre de 1977.
Por último en la década de los 80 se van a producir cambios significativos para las Islas con la integración de España en la Comunidad Económica Europea (1985) que tuvo consecuencias importantes para el archipiélago. La condición insular de Canarias, su fragmentación geográfica y su lejanía del continente europeo revelaron pronto la necesidad de optar por un modelo de adhesión a la CEE diferenciado. Canarias quedó incluida en la Comunidad Europea como región ultraperiférica, que reconoce sus especificidades y un régimen económico y fiscal peculiar. Otro hito importante de nuestra historia reciente fue la aprobación del Estatuto de Autonomía de Canarias en 1982.
En el ámbito educativo la Ley General de Educación de 1970, que daba respuesta al notable crecimiento de la demanda de formación, remodeló todo el sistema educativo y supuso un aumento de la población escolarizada, así como un incremento importante de las inversiones del Estado en educación. En consecuencia el analfabetismo disminuyó, a la vez que se produjo una progresiva democratización del sistema educativo con la incorporación de un buen número de estudiantes de familias más humildes . Asimismo, la reivindicación de los derechos de las mujeres dio lugar a un nuevo movimiento feminista: la mujer empezó a abandonar su papel tradicional de madre y esposa para incorporarse al mundo de los estudios y al trabajo remunerado. Muchas mujeres aspiraban a alcanzar un nivel de estudios equiparable al masculino por lo que aumentó considerablemente el número de alumnas.
En los primeros años de esta década y como consecuencia de los fallos constructivos del anterior inmueble, se demolió y se construyó en el mismo solar un edificio con una nueva estructura.
El solar tenía 20.000 metros cuadrados de los que 10.000 se destinaron a campos deportivos y gimnasios, y otros 10.000 al aulario y servicios. El edificio se desarrolló de forma lineal en sentido norte-sur. Está desarrollado en cuatro plantas y una de semisótano. Según el proyecto, se pueden distinguir cuatro bloques:
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El bloque denominado 1, con aulas a partir de la 2ª planta donde se disponen 32 aulas generales, 4 especiales y 3 laboratorios. (…).
El bloque 2 es semipúblico y en él se localizan la dirección, la secretaría, despachos, el salón de actos, etc., dispuesto en la parte norte del edificio.
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El bloque 3 está en la planta baja en su parte sur y separado por una zona libre que sirve de acceso de alumnos y zona de paso a la biblioteca, el aula juvenil, la cafetería y los campos deportivos.
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Finalmente, el bloque 4 está formado por la planta semisótano y los servicios generales.
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El presupuesto de ejecución del edificio ascendió a 18.883.394,36 pesetas. Finalmente el coste superará los veinte millones de pesetas.
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El edificio fue proyectado con vistas a dotar las aulas del máximo de luminosidad. Dentro del plan general hubo críticas sobre el corte de la amplia perspectiva del Paseo de Tomás Morales por el cuerpo del salón de actos, lindante por el naciente con la misma acera, considerándose que el Ayuntamiento debió aconsejar una nueva distribución de los volúmenes dentro del amplio solar disponible.
La prensa local se hacía eco de la “buena nueva” de que las clases en el Instituto Pérez Galdós estaban pendientes de que se terminasen algunos detalles del nuevo edificio.
“Con la celeridad que la creciente demanda educativa exige, se vienen ultimando las obras del nuevo y flamante Instituto Pérez Galdós en el Paseo de Tomás Morales. Si bien por causas de previsión el anterior hubo de ser derruido, este ahora surge con una nueva estructura en el anterior solar (...).
Las nuevas instalaciones del Instituto Pérez Galdós comprenden una planta baja y tres superiores. En la planta baja del edificio principal están instalados los despachos y oficinas de dirección, administración, cafetería, “Club del Alumno” y servicios anexos. Por construir está el Salón de Actos. En las plantas superiores están instaladas las 32 aulas generales, 4 especiales y los 3 laboratorios. (…)
Las esperanzas de los alumnos de inaugurar el curso 1971-72 en su nuevo Instituto están fijadas en la terminación urgente de las obras que se llevan a cabo en el nuevo edificio. Detalles que por otra parte están por terminarse dentro de unos días.” (11)
En el acto de inauguración del nuevo edificio del Instituto Nacional de Enseñanza Media Pérez Galdós el párroco de la iglesia de San Agustín, Juan Ayala Benítez, bendijo las instalaciones, en presencia de las autoridades académicas, director y claustro de profesores, y numerosos alumnos.
Después de la bendición, el delegado provincial de Educación y Ciencia, Cristóbal García Blairsy, reunido en acto académico con los profesores, alumnos e invitados, pronunció unas palabras enalteciendo la obra del director del centro, Atilio González Rodríguez, e imponiéndole, en representación del gobernador civil, la Cruz de Alfonso X el Sabio. El citado director agradeció a continuación las palabras de su predecesor. Relató las vicisitudes del antiguo Instituto, en su peregrinaje por toda la ciudad hasta su emplazamiento definitivo en el Paseo de Tomás Morales. El nuevo Instituto ha sido, añadió, “la culminación de una obra colectiva donde todos los interesados han prestado su colaboración y entusiasmo.”
Desde entonces el I.E.S. Pérez Galdós continúa ubicado en este emplazamiento.

