Índice del artículo

EL GRAN EDIFICIO DE LA CALLE JUAN DE QUESADA (1925 - 1932)

El Instituto había nacido en una época de crisis económica marcada por la I Guerra Mundial. La gran expansión que la economía canaria había experimentado a finales del siglo XIX con la creación del Puerto de la Luz y su conversión en punto de escala del comercio internacional, así como su integración en el proceso expansivo del imperialismo europeo, se vio interrumpida por el estallido de la Gran Guerra. A partir de 1914, la caída de las exportaciones y la paralización del tráfico portuario como consecuencia de la guerra provocó el primer gran parón de las actividades portuarias y con ella un cuadro de paro, carestía, miseria y hambre.

    En la década de los 20 volvió la prosperidad. El final de la guerra puso fin a a esta fase crítica y en los felices 20 la economía canaria recobró y superó con mucho el pulso económico bruscamente interrumpido en 1914. Comenzaba una reconversión de las flotas marítimas mundiales y el Puerto de La Luz volvió a convertirse en punto estratégico de la navegación marítima.

    Las palabras de Alonso Quesada en su obra titulada En el solar atlántico nos hablan de Una modesta ciudad ante la Paz:

La paz llegó al fin. Y para esta pequeña ciudad no ha sido una paloma, o un olivo, ni un águila democrática y bella que abre las alas protectora; es un patache noruego abarrotado del huacales vacíos o un trasatlántico inglés, cargado de algodón en rama. La guerra terminó. Y la gente de esta pequeña ciudad está satisfecha porque España ha salido de su neutralidad y ya es posible decir sin peligro de comprometerse hacia qué lado beligerante caía nuestro espíritu.”

Será en este contexto cuando, por fin y como ya apuntamos anteriormente, el Cabildo inicie los trámites para la compra de unos terrenos. El solar elegido, de 1800 metros cuadrados, fue el que ofertó Francisco de Quintana y León, décimo marqués de Acialcázar, en la calle Juan de Quesada (posteriormente se le asignará el nº 30 de la citada calle), localización donde se construyó un hermoso edificio de nueva planta cuyo coste supuso al Cabildo el desembolso de un millón doscientas cincuenta mil pesetas. La localización en el margen de Vegueta del barranco Guiniguada obedeció a sus dimensiones, usos –el lugar era tranquilo y retirado del resto de la ciudad- y próximo a los barrios burgueses. (4)

    La primera piedra se colocó el 26 de octubre de 1919. Bendijo el obispo Ángel Marquina y pronunció un discurso el presidente del Cabildo José Mesa y López. Se inauguró en 1925 convirtiéndose en el primer edificio construido con la intención de convertirlo en sede del Instituto de Segunda Enseñanza de Las Palmas “Benito Pérez Galdós”. El edificio era muy espacioso, disponía de amplias salas, un gran salón de actos, aulas acondicionadas, laboratorios recién construidos, gabinetes de materiales científicos, biblioteca, etc. En la Guía del Patrimonio Arquitectónico de Gran Canaria se recoge la siguiente descripción:

 

El proyecto original, de Enrique Cañas, y según la dirección de obras de Otilio Arroyo (1919-1925), se situó frente al barranco Guiniguada y se resolvió en un volumen rectangular que dejaba en su trasera locales de servicio y patios, ocupando el resto una parcela trapezoidal. La planta es alargada y organizada a partir de un eje de simetría, el del pórtico, , hall distribuidor y salón de actos. En el cuerpo central, a través de un pórtico con escalinata doble, se accede al centro del edificio, con una rotonda cupulada de la que parten las dos galerías hacia los cuerpos laterales, con crujías de aulas y servicios, y dos patios donde se abren dos escaleras de tres tramos. La fachada tiene un alzado clasicista-académico en el que destaca, sobre la rotonda, el único templete abierto de la ciudad. La simétrica claridad de los volúmenes se subraya por el gradiente y tratamiento diferenciado de cada cuerpo.(5)

Este edificio fue sede del primer Instituto de Segunda Enseñanza de la isla, luego Hospital Militar y ahora sede universitaria, Rectorado de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, según un proyecto de rehabilitación de Luis Alemany.

El uso de esta nueva sede se verá envuelto en polémica ya desde julio de 1922, con el edificio todavía en construcción. El Cabildo obligó a compartir el edificio con la Escuela Profesional de Comercio, lo que provocó la protesta del director del instituto, Baltasar Champsaur, a José Mesa y López, presidente del Cabildo en ese momento, negándose a compartir la sede:

 

El nuevo edificio se construyó única y exclusivamente para nuestro Inst. General y Técnico (…) Ud. no podrá consentir que se destine a dos centros docentes, sin motivo suficiente para que así se haga. Y no para comodidad de su profesorado, sino todo él para sus alumnos, con todas las condiciones que exige la ciencia pedagógica moderna, desconocida de la mayoría de nuestro público (…) No, no consentiré que Ud, ni provisional ni definitivamente mutile lo que Ud. destinó exclusivamente para el Instituto General y Técnico de Las Palmas”.

 

También el periódico LA PROVINCIA de 23 julio de 1922 en su editorial titulado “proyecto equivocado” plantea:

 

En presencia de este acuerdo nos encontramos con estas conjeturas: o el edificio construido para el Instituto es un derroche de departamentos innecesarios, que no debía haberse fabricado ahora, o la instalación en él de dos centros de enseñanza va a ser una cosa imperfecta y antipedagógica porque quedará mal el Instituto e igualmente mal la escuela de Comercio.”

 

En respuesta, el Cabildo en sesión de 14 de agosto contesta:

 

“…En lo que respecta a la instalación del Instituto General y Técnico y la Escuela de Comercio en el edificio en construcción (…) En vista de la negativa del Director del Instituto, el Cabildo acuerda que se instale el Instituto General y Técnico en el ala naciente con entrada independiente (…). Para la Escuela Superior de Comercio el ala poniente. Y que se comunique al Dr. Del Instituto (…) para que haga el traslado durante la 2ª quincena del mes (para ahorrar los alquileres).

Y que el Claustro no entorpezca la decisión: “lejos de oponer entorpecimiento a la ejecución de los acuerdos del Cabildo, proceda a allanar dificultades (…) máxime cuando en el caso de que se trata quedará instalado dicho Centro en mejores condiciones que en la casa a que hasta ahora se ha visto reducido.”

 

La polémica entre el Instituto y la Escuela de Comercio llegó incluso a crear un conflicto por los recreos que eran en distinto horario. Los juegos de los alumnos de Comercio molestaban al estudio y tranquilidad de las aulas, paralelas al patio del recreo de aquellos. La Escuela de Comercio protesta ante esta queja que consideraba injustificada y por el trato “desventajoso y mortificante” para sus alumnos.

    Finalmente, en un pleno celebrado el 22 de septiembre de 1922, el Cabildo aprobó el dictamen para la instalación en el nuevo edificio del Instituto General y Técnico y de la Escuela de Comercio, restando al Instituto no sólo espacio sino holgura y tranquilidad. Además el edificio hubo de ser compartido no sólo con la escuela de Comercio, sino también con el propio Cabildo, que se reservaba el uso cuando lo precisara.

    El ala que correspondía al Instituto pronto se quedó pequeña pues el número de alumnos crecía rápidamente, pero se impuso por parte del Cabildo una política de ahorro. Todavía en 1926 el director José Chacón se quejaba ante el Cabildo de “la deficientísima instalación que por circunstancias especialísimas hubo de imponerse a nuestro Instituto”.

Proyecto de fachada del instituto

 

Edificio del Instituto General y Técnico de Las Palmas junto al Guiniguada