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EL COLEGIO DE NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD (1939 - 1959)

Calle Canalejas nº 43

 

Alzado de aulas
Fachada del instituto en la calle Canalejas

La implantación de la dictadura tras la Guerra Civil (1936-1939) implicó para Canarias, al igual que para el resto del Estado, la persecución de toda actividad política e intelectual desarrollada fuera del marco ideológico franquista. Ya desde el inicio de la guerra, las fuerzas golpistas se consolidaron con cierta rapidez y el duro sistema represivo desarticuló todo movimiento de resistencia ante el clima de terror y de miedo generalizado por los fusilamientos, detenciones masivas y deportaciones a la Península.

    Aunque en Canarias la resistencia al golpe fue rápidamente sofocada y no hubo apenas resistencia, las represalias subsiguientes fueron desproporcionadas. Varios miles de canarios fueron hechos prisioneros e internados en campos de concentración, otros miles perdieron sus trabajos y otros muchos fueron asesinados o desaparecidos.

    Entre los funcionarios de la administración se llevó a cabo un proceso de depuración que afectó duramente a muchos docentes. Estas depuraciones consistían en la suspensión de empleo y sueldo por acusaciones como haber apoyado a la República, pertenecido a partidos políticos republicanos, socialistas o sindicatos de izquierda, tener un espíritu laico o “antirreligioso” o ser sospechosos de actividades masónicas. Del Instituto Pérez Galdós fueron depurados cinco profesores: José Chacón de la Aldea, Edgar Agostini Banús, Gonzalo Pérez Casanova, Agustín Espinosa García y Juan Millares Carló. En algunos casos fueron rehabilitados en sus puestos como docentes muchos años más tarde, después de haber pasado penurias económicas y agravios morales.

    Una vez acabada la guerra, en agosto de 1939 se devolvió el colegio de los Jesuitas a la Compañía de Jesús y el Cabildo sacó a concurso la elección de una nueva sede. El inmueble elegido fue el propuesto por el propietario del Colegio de Nuestra Señora de la Soledad, el sacerdote Santiago Sánchez, que había realizado una gran labor docente a principios de siglo. Este inmueble presentaba unas condiciones inmejorables por su ventilación, luz y condiciones higiénicas, y había sido construido de acuerdo con las más modernas teorías pedagógicas, según se comprobó en la visita y estudio del mismo. Además las condiciones ventajosas que ofreció su dueño influyeron en la elección de este inmueble por el Cabildo. Asi pues el Instituto Pérez Galdós se instaló en la calle Canalejas, donde tuvo que volver a compartir su nuevo emplazamiento, esta vez con la Escuela Normal de Magisterio y la Escuela Industrial. Magisterio ocupó de forma provisional la primera planta del edificio hasta el 22 de agosto de 1939, momento en que se llevó a cabo el traslado hasta su actual ubicación, y otra parte del inmueble lo ocupaba la Escuela Industrial.

    Ante tantas estrecheces e incomodidades, el Cabildo Insular de Gran Canaria solicitó licencia para construir unas aulas en el patio posterior del edificio para uso exclusivo del Instituto de Enseñanza Media, con un presupuesto de 58.135.08 pesetas. Las aulas se construyeron con vistas a que cuando el instituto se trasladara a otro edificio más propio e independiente, estas pasaran, con sólo quitar los tabiques, a ser talleres de la Escuela Superior de Trabajo. Las aulas daban en su fachada principal a las calles Eusebio Navarro y Murga, quedando separadas por un patio del edifico central. Este proyecto, realizado por el arquitecto Eduardo Laforet, se aprobó el 30 de octubre de 1939.

    La edificación, que se caracteriza por su estilo ecléctico, destacaba no sólo por su apariencia externa, de singular monumentalidad, sino por la trascendencia histórica que fundamentalmente había tenido, y continúa teniendo, en el ámbito educativo. Este inmueble, que ocupa una superficie de 3.240 m2 según escritura pública, es producto de diversas intervenciones de ampliación a partir de la estructura original. Es un edificio académico que se compone de un edificio principal y de dos módulos adyacentes. El cuerpo central presenta elementos ornamentales eclécticos y la composición se marca por bandas verticales y pilastras. Sin embargo, el patio central muestra elementos propios de la arquitectura tradicional canaria en carpintería y huecos. El módulo que se alza hacia las calles Murga y Eusebio Navarro es de tipo racionalista, aunque presenta diversos anacronismos en pilastras y cornisa en su alzado exterior. ( 6)

A pesar de esta solución transitoria, durante años se continuó solicitando un nuevo edificio, alegando que estos locales estaban mal acondicionados y eran insuficientes para el número de alumnos con que contaba ya el centro. El Ministerio se comprometió a la construcción de un nuevo edificio para el Instituto con la condición de que se donara el solar. El Instituto permaneció en este edificio hasta el año 1959. Hoy lo ocupa el Instituto Politécnico de Las Palmas.