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LA CASA DE LA CALLE PÉREZ GALDÓS (1916 - 1925)

El inmueble escogido estaba situado en la calle Pérez Galdós nº 30 (hoy nº 28). Se trataba de una zona de la ciudad de reciente urbanización, encuadrada en la primera fase de ensanche (entre 1870 – 1890) de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Este proceso urbanizador se desarrolló durante esas décadas a partir de dos franjas paralelas a ambos lados de la calle mencionada y sus edificaciones respondieron a una reiteración tipológica: el modelo de vivienda de “entre las medianeras, casa de alto y bajo, de vecinos y unifamiliar”. En el caso que nos ocupa, estamos ante una vivienda tradicional unifamiliar de dos plantas y con galería en torno a un patio centrado. Sus principales partes son: una primera crujía paralela a la calle donde se dispone un zaguán no centrado; un patio en segunda crujía como núcleo de la vivienda y rodeado de una galería sobre algunos de sus lados, más otro segundo patio o traspatio; escalera en el patio, en uno de sus lados, y una segunda escalera situada en el patio trasero; las restantes estancias se disponen en una crujía perimetral al patio y al traspatio, repitiéndose la misma estructura espacial en la planta alta. (2)

Calle Pérez Galdós
Alzado de la casa de la calle Pérez Galdós

    La casa fue diseñada por el arquitecto Laureano Arroyo, cuya firma podemos ver en el documento de 28 de junio de 1895 en el que Andrés García Rodríguez solicita la licencia para su construcción. En el mismo también podemos observar el emplazamiento a ocupar por la edificación, en el naciente de la calle Pérez Galdós y muy cerca de la esquina con la calle San Telmo (hoy calle Buenos Aires), así como su superficie que queda desglosada de la siguiente forma: superficie cubierta 268,40 metros cuadrados; superficie de patios 31,60 metros cuadrados; superficie total 300 metros cuadrados.

    La decisión sobre la sede del nuevo Instituto estuvo envuelta en polémica. El Cabildo convocó un concurso público para recibir ofertas de edificaciones con las características adecuadas para la ubicación del Instituto. Dos ofertas se destacaron como las más idóneas para instalar el Centro: una de ellas era el Colegio de San Agustín, en la calle de la Herrería, y la otra el Colegio de la Soledad, en la calle de Canalejas. La opinión pública grancanaria consideraba estas últimas instalaciones más propias para la actividad académica que la elegida por el Cabildo, y así lo hacía constar en su informe el Delegado de Enseñanza y Comisario Regio, el abogado Juan Melián Alvarado, primer director del centro. Este había tomado posesión como “Comisario Regio del Instituto General y Técnico de Las Palmas” el 27 de marzo de 1916. No obstante, la decisión final respondió más a los intereses partidistas y económicos de algunos consejeros de la institución insular, lo que provocó que el Instituto se situase en el lugar menos idóneo para su cometido, según los informes de la época.

    El nuevo Instituto inició sus tareas docentes en octubre de 1916 y la inauguración del curso académico 1916-1917 se celebró con diversos actos y festejos en el Teatro Pérez Galdós y en la Plaza de Santa Ana.

    La inauguración del Instituto General y Técnico de las Palmas se celebró el 1 de octubre de 1916 en el teatro Pérez Galdós. Asistieron muchas personalidades de la época, toda la corporación del Ayuntamiento de Las Palmas y representantes de los ayuntamientos de Arucas, San Lorenzo y Teror. El gobernador eclesiástico ordenó que repicaran las campanas en todas las iglesias. El acto tuvo una brillantez excepcional. La inauguración se convirtió en un verdadero acontecimiento pues se culminaba un largo proceso de reivindicación de un centro de Segunda Enseñanza para Las Palmas.

    El acto académico se inició con una obertura por la orquesta de la Sociedad Filarmónica dirigida por el maestro D. Bernardino Valle. Presidió el acto D. Manuel Luengo, delegado del Gobierno en Gran Canaria, e hicieron uso de la palabra D. José Azofra del Campo, Magistral de la Catedral y secretario del nuevo centro que leyó una memoria sobre la creación del instituto, D. Agustín Millares Carló y D. Juan Melián Alvarado, Comisario regio y primer director del Instituto.

    Más tarde a las 8.30 se celebró una velada popular en la Plaza de Santa Ana iluminándose el frontis de las Casas Consistoriales y ejecutando un concierto la banda Municipal y del Regimiento de las Palmas.

    Durante el primer año, el Instituto estuvo regentado por interinos. Durante los dos años siguientes fueron llegando catedráticos y profesores, aunque algunos tomaban posesión desde Madrid. En este curso 1916-17, el número de alumnos oficiales y libres apenas llegaba a 200. Cabe decir que en este primer curso el término “suspenso” era casi desconocido, porque, casi siempre, “los jóvenes de entonces se matriculaban en los centros educativos con conciencia y deseo de dar solidez al futuro” (3). Al año siguiente, eran ya 186 alumnos oficiales y 144 libres, en total 330 estudiantes de bachillerato. El Instituto General y Técnico había sido creado y diseñado como centro masculino, por lo que las chicas que deseaban estudiar lo hacían por libre.

    El 7 de octubre de 1916 el Cabildo, apenas inaugurado el primer curso escolar, y reconociendo las deficiencias apuntadas, había acordado la adquisición de un solar para construir una nueva sede. Ya desde sus primeros años de existencia, el creciente número de alumnos mostró los claros inconvenientes de la decisión de ubicar el Instituto en este inmueble. Así se lo hizo saber el Claustro de profesores al Cabildo, alegando que la casa de la calle Pérez Galdós no reunía las condiciones materiales ni los requisitos reglamentarios de un centro docente. La institución insular inició entonces los trámites para la construcción de un nuevo edificio, y solicitó un informe al Claustro sobre las condiciones que, desde el punto de vista docente, debía reunir. La nueva construcción se levantaría en el solar adquirido, conocido como la finca Matagatos, destacándose la nueva ubicación por sus mayores ventajas de aislamiento y ventilación.